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POST DATA: NO ESTOY MUERTO

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POST DATA: NO ESTOY MUERTO

La primera impresión que tuve al ver la foto de los García después del funeral fue que acababan de leer el post data en la carta que había dejado el muerto, se trataba de un texto agrio, lleno de frases cuajadas en alguna amargura e incomprensión arrastradas por años, posiblemente escritas desde su juventud como un presagio o apiladas como en un responso rencoroso de última hora. Nada allí tenía sentido, ni había concordancia alguna con la verdad o por último, con el destino del muerto, sin embargo al escucharla uno se ponía de pie y aplaudía eufóricamente como le hubiese fascinado al difunto.

La última vez que lo vi con vida y en persona fue la vez que murió Ramiro Priale porque le encantó un poema que yo le había escrito al maestrito como un homenaje íntimo, lo vi pletórico, orgulloso, tenía esa postura de sentirse ovacionado donde quiera que se paraba y en medio de todo ese público enardecido, debió haberse sentido como un pez en el agua. Cogió el poema mimeografiado en papel bond, lo leyó por segunda vez con gestos de tenor y al terminar dijo “compañero, usted será el próximo Vallejo del Perú” y  volteó ligeramente como para recibir los aplausos imaginarios de la multitud por ese vaticinio. Yo agradecí el gesto y me fui con la incomodidad de creerle o no a un político.

Poco tiempo después me fui del Perú y no volví jamás y tampoco volví a cruzar palabra alguna ni a encontrarme con el muerto. Por eso, pienso que tengo todo el derecho a equivocarme en mi percepción, sin embargo hay una infinidad de cosas que no comparto, no avalo, no creo y por último, siento la obligación de refutar.

En primer lugar, Alan García Pérez, nunca fue un perseguido político, jamás la justicia lo persiguió por su credo o filiación política, mucho menos su agrupación política fue prohibida o proscrita. Salvo por un corto período de tiempo después del autogolpe de Alberto Fujimori que intervino a varios partidos políticos de oposición.

En segundo lugar, la presunción de inocencia de la cual hacen su bandera muchos de los involucrados en casos de corrupción no es un buen puerto cuando los actos de corrupción están comprobados, corroborados y aceptados por los perpetradores, en este caso la compañía brasileña Oderbrecht. Y García no era solo sospechoso de actos de corrupción, sino que, había sido el Presidente de la República y responsable político de todo lo que había pasado durante su administración.

El suicidio no es una alternativa cuando se es inocente. Esta es la parte donde puedo equivocarme, Alan García hacía  alarde de su inocencia, de su entrega por la patria, de su honorabilidad y como persona demostraba un gran dominio, no solo de la palabra sino del manejo psicológico de las situaciones a las que se enfrentaba, nada parecía intimidarlo, por el contrario cualquier reto lo asumía sin la menor vergüenza, nada parecía acomplejarlo. ¿Entonces, por qué se mató? ¿Vivía acaso atormentado por las tribulaciones que le causaba un fiscal que no representaba mayor amenaza? ¿No se sabía acaso inocente? Por último, ¿la cárcel no era el escenario que todo perseguido busca como condecoración, precisamente cuando no hay otros argumentos más  que la victimización?

Entonces nos queda pensar que Alan García sufría  profundas tribulaciones que nadie advirtió o que callaron de manera calculada e infraterna. Allí están sus más cercanos colaboradores e incondicionales servidores, me refiero a congresistas y dirigentes partidarios que departían y posaban para la foto. Allí esta su secretario personal quien guardó de manera cínica una carta que ya tenía el sello de la muerte sin alertar a nadie. ¿Dónde están aquellos que le mostraban encuestas ficticias y lo llevaban a mítines vacíos o le aplaudían todos sus desaciertos? ¿Por qué dejaron que se matara?

El primer suicidio que cometió Alan García (y déjenme utilizar este anglicismo porque en la lengua española no creo que exista la forma de decir de manera licita que una persona se suicida dos veces) fue cuando entró a la Embajada de Uruguay a pedir asilo político y Mauricio Mulder dijo que había sido una decisión tomada por recomendación del partido. Mentira. Lo que podría ser cierto es que alguien estaba gestando el suicidio político de Alan, porque ese camino, de haberse otorgado el asilo, no tenía retorno. Y Mulder, astutamente, sin consulta previa, utilizó el nombre del Partido como responsable de esa decisión. Alguien le volvió a mentir, alguien le dijo, si, ve, el asilo es viable, es lo mejor. Especulo. Y Alan corrió de noche a la embajada y murió políticamente.

Una vez se hizo conocida la noticia del disparo, no la creí, me pareció una burda maniobra para no ser arrestado e ir a una clínica, pero cuando dijeron que se había disparado a la cabeza pensé que esa maniobra ya estaba llegando muy lejos. Al rato de escuchar las primeras informaciones, un reportero describió la situación más o menos así “presenta herida de bala con orificio de entrada y salida y exposición de masa encefálica” y lo primero que me paso por la mente fue: Ya está muerto. Desde luego que tenía que estar muerto, tenía que estar muerto segundos después del disparo y cuando lo bajaron del segundo piso y lo metieron en una camioneta y se fueron con el muerto como si se tratara de un simulacro sin el menor rastro de sangre, ¿Será cierto entonces eso que dicen que los políticos no tienen sangre en la cara, será cierto también que no la tienen en toda la cabeza?

La carta surge como una de las últimas revelaciones del muerto, que viene a contradecir toda regla y criterio de cualquier suicida, porque usualmente los suicidas asumen sus responsabilidades y extienden su pesar por los actos que han cometido y muestran su arrepentimiento. Pero este suicida plantea un escenario heroico, beligerante, agresivo y hasta despectivo de quienes supuestamente lo perseguían. Otra de las cosas que me alarman de sobremanera es que los deudos no cumplieran con la última voluntad del muerto, donde textual mente dice: le dejo mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

Lo cremaron y no se cumplió su último deseo. Entonces, ¿Quién es el que toma las decisiones o dice las mentiras? ¿Por qué Mauricio Mulder no salió a declarar que el segundo suicidio también había sido una decisión acordada por la dirigencia y respaldada por las bases? ¿Por qué los deudos se hicieron esta extraña foto donde la alegría es manifiesta  justo después de los actos fúnebres?

Se me antoja pensar que esta carta tenía un oscuro post data que podría ser el sobre que recibió el secretario personal del muerto y que ha jurado jamás revelar.

PS: NO ESTOY MUERTO.

Ángel F García Núñez

New York Abril 28, 2019.

https://lasangreenelrio.blogspot.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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